“La escritura puede cambiar algo para que sea mejor”
10:27
La fuerza de la palabra escrita
Ryszard Kapuscinski *
¿La escritura puede hacer que algo cambie? Sí, lo creo
profundamente. Sin esa fe no podría escribir. Desde luego soy consciente de
todas las restricciones que nos ponen las circunstancias, las situaciones, la
historia y el tiempo. Por ello mi fe, aunque profunda, no es absoluta, no es
ciega.
¿En qué consiste la principal restricción? La escritura sólo
raras veces, en casos excepcionales, influye en la gente. Y, en el transcurso
de la historia, no lo hace de forma directa, radical y de inmediato. La
reacción a la palabra escrita es más bien mediata. En el primer momento puede
ser incluso invisible, indetectable. Necesita tiempo para llegar a la
conciencia del receptor, necesita tiempo para empezar a formar o cambiar esa
conciencia. Sólo después de un largo camino podrá influir en nuestras
decisiones, actitudes y acciones.
El que la escritura produzca cambios no lo deciden sólo los
autores, sino sobre todo los lectores: su sensibilidad y confianza en la
palabra, su prontitud y deseo para reaccionar a la palabra recibida. Es también
importante el contexto, el ambiente, el estado de una cultura imperante en que
esa palabra cae y es recibida. Con frecuencia estas son las circunstancias que
pueden debilitar e incluso aniquilar el valor y la fuerza de la palabra escrita
y sobre la cual el autor de un texto no tiene mayor influencia.
Sin embargo, a pesar de ese impedimento, estoy seguro que escribir
puede provocar cambios. Lo digo con base en la experiencia de mis numerosos
colegas que han puesto en peligro su vida y que, incluso, la han entregado. La
entregaron para que su labor no sólo informara sobre lo que ocurre en el mundo,
sino para desenmascarar el mal, sanar una situación o hacer al mundo más
humano.
Daré un ejemplo. Desde 1959 Ruanda fue un país de masacres
entre tribus y castas que se repetían en forma sistemática. El mundo lo
ignoraba. Durante decenios ese país no dejó entrar a periodistas. Yo mismo,
viviendo en la vecina Tanzania, traté en varias ocasiones, sin resultado
alguno, de cruzar la frontera. Fue hasta que se escribió sobre las masacres de
1994 que la opinión mundial despertó. Y a partir de ese año Ruanda, por primera
vez en su historia, dejó de ser lugar de sangrientos y masivos ajustes de
cuentas internas.
En el fondo no podemos imaginarnos un libro de texto de la
historia universal que no tuviera un capítulo de cómo la palabra escrita en
forma de volantes, escritos secretos, prensa clandestina y editoriales
irregulares influyeron en el resultado de luchas sociales y políticas.
Cuando preguntamos: “¿la escritura puede hacer cambiar
algo?”, la mayoría de las veces pensamos que se trata de un cambio positivo,
dirigido a hacer un mundo mejor. Pero no olvidemos que la escritura puede
intentar que el mundo sea peor, que contribuya a aumentar el mal, el odio y la
agresión. Tal función la cumple cuando se escribe en el tono del fanatismo y la
xenofobia, del fundamentalismo y el racismo. Por ejemplo, los libros al estilo
de Protocolos de los sabios de Sion o Mi lucha de Hitler.
Pienso que la pregunta sobre cuál es el carácter de la
relación entre la escritura y el cambio es muy importante y actual. Esta
pregunta surge de la inquietud sobre la eficacia de nuestras acciones
literarias por el valor mismo de la escritura. Porque por un lado vemos una
enorme proliferación de la palabra escrita –hay cada vez más libros, revistas y
periódicos– y al mismo tiempo percibimos cuánto mal hay en este mundo y como la
cantidad de temores y conflictos en nuestro planeta aumenta en lugar de disminuir.
De ahí el escepticismo de muchos creadores, de ahí la frecuente desconfianza e
incluso la incredulidad en el sentido de nuestra escritura.
La literatura siempre ha asumido su responsabilidad. Desde
hace miles de años ha acompañado la vida de las sucesivas generaciones, a veces
cambiándolas para ser mejores. Y hoy nada la libra de esa obligación. Por el
contrario, los tiempos difíciles en los que vivimos nos ordenan que, con una
fuerza y fe especial, digamos: “Sí, la
escritura puede cambiar algo para que sea mejor, aunque sea poco, pero puede”.
* Ryszard Kapuscinski (1934-2007) fue autor de una veintena
de libros que se caracterizan por una estructura originalísima. En 1999 fue
nombrado como “el mejor reportero del siglo XX” y fue un constante candidato al
Nobel de Literatura. Este es el último de sus artículos que publicó el pasado
24 de enero Gazeta Wyborcza, diario polaco del que era colaborador habitual.
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