La tristeza del hombre (Leyenda del pueblo maya)
17:03

“No queremos verte triste” dijo un tucán.
“Pídenos lo que quieras y lo tendrás” dijo en venado.
El maya, sin apartar tu triste mirada del horizonte, dijo:
“Quiero ser feliz.”
Entonces la lechuza, la más sabia entre las aves, respondió:
“¿Quién sabe lo que es la felicidad? Pídenos cosas más humanas.”
Entonces el hombre, mirándolos por primera vez, dijo:
“Quiero tener buena vista.”
El zopilote le dijo:
“Tendrás una vista como la
mía.”
“Quiero ser fuerte.”
El jaguar le dijo:
“Serás fuerte como yo”.
“Quiero caminar sin cansarme.”
El venado le dijo:
“Te daré mis piernas.”
“Quiero adivinar la llegada de las lluvias” dijo el hombre.
Entonces habló el ruiseñor:
“Te avisaré con mi canto.”
“Quiero ser astuto.”
El zorro, que había estado callado, se adelantó:
“Te enseñaré todo lo que sé.”
“Quiero trepar a los
árboles.”
Entonces la ardilla bajó del árbol y le dijo:
“Te daré mis uñas.”
“Quiero conocer las plantas que curan las enfermedades.”
Entonces la serpiente,
enroscada en un tronco, habló:
“¡Ah, esa es cosa mía. Yo conozco todas las plantas! Te las marcaré
en el campo.”
Y al oír esto último, el hombre sin cambiar su gesto, se alejó.
Entonces la lechuza, la más sabia de todos, les dijo a los animales:
“El hombre ahora sabe más cosas y puede hacer más cosas, pero
siempre estará triste.”
Y la chachalaca, esa pava
silvestre que aturde con su canto, se puso a gritar:
“¡Pobres animales! ¡Pobres
animales!”
Todos los animales lanzaron una carcajada que todavía se escucha
cuando se está en medio de la selva Lacandona.
Del libro Relatos mágicos de
América, Nerio Tello (Ediciones Continente)
Imagen: Las manos del miedo, Oswaldo Guayasamín
Imagen: Las manos del miedo, Oswaldo Guayasamín
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