Arjona y las panaderas de Villa Crespo / Nerio Tello
7:28

La chica del rictus acomodaba las facturas y levitaba.
Nunca la había visto así, parecía un personaje de Oliverio Girondo. “Cuánto me
pidió” preguntó la gordita; la canción la había distraído. Era Arjona, un inverosímil
Arjona que cantaba “jamás te dije una mentira” e insistía en algo sobre un chantaje, o algo así. Y mientras una pesaba las masitas, y la otra
ordenaba las medialunas y las facturas de pastelera continuaban con ese corito
desajustado. La triste dijo de pronto: “Este año vamos, eh”. “Ni lo dudes” dijo
la de los ojos y me extendió el paquete. “Que fácil fue tocar el cielo la
primera vez” remarcaba el trovador y el mundo por un momento parecía haber cambiado. Pagué,
saludé y me fui.
Las chicas no me miraron, flotaban en un tiempo que yo desconocía. Nunca conocí a nadie que hubiera pisado la luna, ni a un samurái ni a una admiradora de Arjona. Finalmente una de esas carencias se había cumplido. Mientras caminaba por Apolinario Figueroa y pensaba en esto, me descubrí tarareando “Fuiste tú” y tratando de desentrañar el secreto de estos versos: “Estoy en medio del que soy y del que tú quisieras, queriendo despertar pensando cómo no quisiera.”
Las chicas no me miraron, flotaban en un tiempo que yo desconocía. Nunca conocí a nadie que hubiera pisado la luna, ni a un samurái ni a una admiradora de Arjona. Finalmente una de esas carencias se había cumplido. Mientras caminaba por Apolinario Figueroa y pensaba en esto, me descubrí tarareando “Fuiste tú” y tratando de desentrañar el secreto de estos versos: “Estoy en medio del que soy y del que tú quisieras, queriendo despertar pensando cómo no quisiera.”
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