Un hombre sin ayer que se quedó sin mañana... / Nerio Tello
8:59
Antígenes
de Alejandría (-235 a
C./ -195 a
C.) nació en Laertes, en la actual Sicilia, pero no se sabe por qué todos le
dicen “de Alejandría”. No hay datos de su infancia lo que es bastante lógico
teniendo en cuenta que no se sabe si es de Alejandría, o sea Egipto, o de
Laertes; tampoco hay datosde su madurez, a pesar de ser corta (o precisamente
por ello). Se sabe sí, que escribió un pequeño opúsculo Vidas y opiniones peregrinas de algunos ilustres filósofos y de otros
no tan ilustres, donde se burlaba --al parecer con gran altura--, de los grandes
de su tiempo (o sea, el trío Platón, Sócrates y Aristóteles), de otros no tan
grandes (dúos y cuartetos) y de los pequeños cuyos nombres es difícil
reproducir porque esa obra se perdió.
Los
dos únicos originales conocidos vieron la luz, paradójicamente, recién en el
oscurantismo medioeval –introducidos al parecer por algunos filósofos árabes
que venía de excursión antes de que la iglesia reglamentara esa sana costumbre
llamada Inquisición–. El primero (de los originales, no de los árabes) nunca
pudo ser traducido. El otro, contenía, según algunos, recetas de cocina; según
otros, fórmulas para preparar pociones venenosas. Al menos esto se sospecha,
pues Abdul El Catre, uno de los filósofos de marras –es decir, de los árabes–,
tomó esas recetas porque creyó en “algunos” pero terminó siendo que los “otros”
tenían la razón: murió luego de experimentar (y probar) las recetas de
Antígenes.
Desgraciadamente,
esas recetas se extraviaron en la Biblioteca Vaticana
debido a que, durante los años 1344 y 1345, cumplió funciones de bibliotecario
un cura ciego atacado de mal de Parkinson, mal que ya acosaba a los hombres, y también
a los curas, antes que naciera el propio Parkinson. La breve pero intensa
participación del cura parkinsoniano y ciego dejó mucho material traspapelado
en virtud de la doble limitación del infortunado bibliotecario.
Lamentablemente, o por suerte, según se mire, ningún testimonio queda de
Antígenes de Alejandría. Persisten dudas sobre su vida y su obra, y aún sobre
su muerte. Solo hay dos certezas. La primera es que ya murió. La segunda es que
en algún lugar, entre los 11 millones de volúmenes de la Biblioteca Vaticana,
a la espera de un traductor inteligente y obsesivo, hay un pequeño original de no
más de 10 páginas que Antígenes tituló, al parecer, Contra el anonimato. (De Juegos de un tímido, Nerio Tello)
0 comentarios